T1E5 Y Wladfa, ¿la Patagonia galesa?

T1E5 Y Wladfa, ¿la Patagonia galesa?

TRANSCRIPCIÓN

Hola, bienvenidos a ¡Unos mates con Alex! Mi nombre es Alex y estoy muy feliz de que me acompañes en un nuevo episodio del podcast. Unos mates con Alex está diseñado para que estudiantes del idioma español conozcan un poco más sobre la cultura de mi país, Argentina.

Y también para compartir datos y consejos interesantes sobre cómo aprender un idioma. Espero que disfrutes este episodio y que aprendas algo nuevo. Comencemos.

Hoy vamos a hablar de la Patagonia, un territorio fascinante por sus paisajes y por su historia. En particular, vamos a conocer la historia de Y Wladfa, una colonia galesa dentro de la Argentina. ¿Qué mezcla las tradiciones galesas con la cultura gaucha de los nativos? Este lugar fue hogar de inmigrantes galeses que llegaron a nuestro país con la idea de formar una colonia lejos de su patria y de la corona británica.

¿Por qué eligieron Argentina? Quedate y te cuento todo esto y mucho más.

La historia de la colonia galesa en la Patagonia comienza con un sueño. Uno que parecía casi imposible de realizar. En el siglo XIX, Michael Daniel Jones, un pastor¹ y director² de un colegio galés, tenía una idea clara: crear un espacio donde el idioma galés y sus tradiciones puedan sobrevivir y florecer lejos de la influencia de la cultura inglesa. En esa época, la lengua y las costumbres galesas estaban en peligro de desaparecer debido a la presión del imperio británico.

Jones buscaba un lugar remoto, alejado del inglés y de las instituciones británicas. Fue entonces cuando la Patagonia, un territorio despoblado³ y prácticamente desconocido en ese momento, apareció como una opción ideal. La propuesta de establecer una colonia fue recibida con entusiasmo por algunas familias galesas, especialmente aquellas que enfrentaban dificultades económicas y sociales en su país natal.

La travesía⁴ comenzó en 1865. Unas 150 personas se reunieron en el puerto de Liverpool para embarcarse en un viaje hacia lo desconocido.

Originalmente esperaban un barco más grande y cómodo, pero las circunstancias los llevaron a abordar un pequeño velero⁵ de carga llamado “Mimosa”. Este barco, que no estaba diseñado para transportar pasajeros, se convirtió en el lugar temporal de estas familias durante más de dos meses.

La travesía no fue sencilla. Las condiciones en el “Mimosa” eran duras. Había poco espacio, los alimentos eran limitados y las enfermedades no tardaron en aparecer. Sin embargo, el espíritu de comunidad y la esperanza de un nuevo comienzo ayudaron a los pasajeros a superar las dificultades.

Las familias pasaban el tiempo cantando canciones galesas, compartiendo historias y soñando con el futuro que les esperaba al otro lado del océano. El 28 de julio de 1865, el barco finalmente llegó al Golfo Nuevo, en lo que hoy conocemos como Puerto Madryn. Sin embargo, la realidad que encontraron al desembarcar⁶ fue mucho más desafiante de lo que imaginaban.

La región era árida, con suelo seco y escasa vegetación, lo que hacía difícil la agricultura, una de las actividades principales que esperaban desarrollar. Además, el clima era extremo, con inviernos muy fríos y veranos muy calurosos. A pesar de estas adversidades, los colonos no se rindieron.

En lugar de regresar a Gales, decidieron adaptarse y buscar formas nuevas de sobrevivir en este nuevo entorno. Su primer asentamiento⁷ fue en las cercanías del río Chubut, donde el suelo era algo más fértil⁸. Con el tiempo, comenzaron a construir casas, canales de riego⁹ y estructuras que les permitían establecer una comunidad autosuficiente.

El “Mimosa” no solo fue el medio que los llevó a su nuevo hogar, sino también un símbolo de valentía y la determinación de estas familias. La travesía de más de 12.000 kilómetros marcó el inicio de una historia única, una que combinaba sueños, sacrificios y el deseo de preservar su cultura. Este inicio no solo define la colonia galesa en la Patagonia, sino también la relación especial que estos inmigrantes comenzaron a formar con el territorio argentino. Sentaron las bases para lo que más tarde se convertiría en una de las comunidades culturales más interesantes del país.

Cuando los galeses llegaron al valle inferior del río Chubut¹⁰, encontraron una región hostil y poco fértil para la agricultura, con un clima árido y con fuertes vientos. Sin embargo, no estaban solos.

El territorio ya estaba habitado por los autóctonos¹¹ tehuelches, un pueblo originario que llevaba siglos adaptándose a las condiciones extremas de la Patagonia. El encuentro entre ambas culturas fue único, ya que al principio existía desconfianza mutua. Los tehuelches eran nómades, expertos cazadores que se alimentaban principalmente de guanacos, ñandúes y frutos autóctonos. El conocimiento del entorno era clave para sobrevivir, algo que los colonos galeses rápidamente comprendieron.

El primer gran evento que marcó la interacción entre ambas culturas fue la boda de Richard Jones, un colono galés. A esta celebración asistieron un cacique tehuelche y su esposa, quienes llevaron regalos como señal de respeto y de amistad. Según relatos históricos, los tehuelches participaron con curiosidad en la fiesta, probando por primera vez alimentos como el pan, el té y el azúcar, que nunca antes habían visto.

A medida que las relaciones avanzaban, los tehuelches comenzaron a enseñarles técnicas esenciales para sobrevivir en la región. Por ejemplo, compartieron sus conocimientos sobre la caza con boleadoras¹², una herramienta que usaban para atrapar guanacos y ñandúes. También les enseñaron a utilizar pieles de animales como abrigo contra el frío extremo.

A cambio, los galeses compartieron herramientas de metal como cuchillos y hachas, que los tehuelches integraron rápidamente a su vida diaria. A pesar de estas colaboraciones, la convivencia no estuvo exenta¹³ de tensiones. La comunicación era un gran desafío, ya que no hablaban el mismo idioma, y dependían de gestos y señas para entenderse, lo cual llevó a malentendidos, especialmente cuando los recursos comenzaron a escasear.

Los colonos necesitaban tierras fértiles para cultivar, mientras que los tehuelches dependían de las mismas áreas para cazar. Un punto de quiebre¹⁴ en la relación fue la campaña del desierto, un proceso liderado por el gobierno argentino en el siglo XIX para conquistar el territorio llamado la Patagonia. Este proyecto implicó la persecución y eliminación de los pueblos originarios, incluyendo a los tehuelches.

Aunque los colonos galeses no participaron activamente en esta campaña, tampoco se opusieron, lo que afectó a la relación entre ambos grupos. Con el tiempo, los tehuelches fueron desplazados, sus territorios reducidos y su cultura lamentablemente casi extinta. A pesar de este desenlace¹⁵ trágico, la relación inicial entre los tehuelches y los galeses es recordada como un ejemplo raro y valioso de la convivencia pacífica entre dos culturas completamente diferentes.

Es una muestra de cómo la colaboración y el respeto pueden trascender las barreras culturales.

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En la actualidad, más de 150 años después de la llegada del velero “Mimosa”, la presencia galesa sigue siendo evidente en varias ciudades de la Patagonia. Lugares como Puerto Madryn, Trelew, Gaiman, Rawson y Trevelin, tienen una identidad cultural única que combina las tradiciones argentinas con la herencia galesa.

En cada una de estas ciudades es posible encontrar rastros de una colonia original. Por ejemplo, Gaiman es conocida por sus tradicionales casas de té, donde se sirve el clásico té galés acompañado de torta negra, panes caseros y dulces típicos. Este ritual no es solo una experiencia gastronómica, sino que también una forma de preservar la cultura de los primeros colonos.

En Trelew se celebra cada año el “Eisteddfod”, un festival cultural que incluye competencias de música, poesía y arte, siguiendo la tradición galesa. Este evento es uno de los más importantes para la comunidad local y atrae a visitantes de todo el mundo, incluyendo descendientes de galeses que viajan desde Europa para reconectar con sus raíces.

Otro punto importante es la educación. Aunque el español es el idioma oficial, en algunas escuelas de la región se promueve la enseñanza del galés como segunda lengua. Esto permite que las nuevas generaciones no pierdan el vínculo con sus antepasados. Además, varias iglesias y edificios históricos, como la Capilla Bethel en Gaiman o la Escuela Galesa en Trevelin, siguen en pie como testigos de ese pasado.

En cuanto al turismo, aunque no es tan masivo como en otras regiones de la Patagonia, la comunidad galesa atrae a quienes buscan conocer una parte distinta de la historia argentina. En Puerto Madryn, además de su famoso avistamiento de ballenas¹⁶, se pueden visitar museos que cuentan la historia de los colonos, como el Museo Histórico de la Colonia Galesa. En Esquel y Trevelin, la conexión con la cultura galesa se mezcla en el entorno montañoso, creando una experiencia única para los visitantes.

La gastronomía también es un gran legado¹⁷ de los colonos. La torta negra galesa es uno de los platos más emblemáticos y se encuentra en casi todas las celebraciones de la comunidad. Esta torta o bizcocho, hecho con frutas secas, es un símbolo de la resistencia y la adaptación de los galeses a este nuevo hogar.

Otros platos, como el Cawl, un guiso¹⁸ de cordero con vegetales, y el té galés, siguen siendo parte esencial de la dieta de estas ciudades. A pesar de los cambios y el paso del tiempo, la comunidad galesa de la Patagonia continúa trabajando para preservar su identidad cultural, demostrando que es posible mantener vivas las tradiciones, incluso muy lejos de su tierra.

Ahora, quiero conocer un poco más sobre vos ¿Te imaginás, en algún momento de tu vida, empezar una vida desde cero? ¿Conocías la historia de la colonia galesa en Argentina? Dejame tus comentarios o escribime en Instagram. Me encanta leer sus mensajes y conocer sus opiniones. Espero que hayas disfrutado este recorrido por una parte tan esencial de la historia argentina.

La Patagonia no solo nos sorprende por su belleza natural, sino también por sus historias tan interesantes como la de la comunidad galesa, que nos recuerdan la riqueza de nuestra diversidad cultural. Gracias por acompañarme en este episodio y por tomarte un rato para escucharme. Nos vemos en el próximo capítulo.

Chau y hasta la próxima.


 

GLOSARIO

Pastor¹: sustantivo. Persona que cuida animales, como ovejas, cabras o vacas.

Director²: sustantivo. Persona que está a cargo de un lugar o un proyecto.

Despoblado³: adjetivo. Lugar donde no vive nadie o donde hay muy pocas personas.

Travesía⁴: sustantivo. Viaje largo y a veces difícil, por tierra o por mar.

Velero⁵: sustantivo. Barco que usa el viento y las velas para moverse.

Desembarcar⁶: verbo. Bajar de un barco o sacar cosas de un barco a tierra.

Asentamiento⁷: sustantivo. Lugar donde un grupo de personas se queda a vivir.

Fértil⁸: adjetivo. Tierra buena para cultivar plantas porque tiene muchos nutrientes.

Canales de riego⁹: sustantivo. Caminos de agua hechos por personas para regar cultivos.

Valle inferior del río Chubut¹⁰: sustantivo. Región de Argentina con tierras fértiles para cultivar.

Autóctono¹¹: adjetivo. Algo típico o original de un lugar.

Caza con boleadoras¹²: sustantivo. Forma de cazar usando cuerdas con bolas para atrapar animales.

Exento¹³: adjetivo. Libre de una obligación.

Punto de quiebre¹⁴: sustantivo. Momento importante donde algo cambia mucho o para siempre.

Desenlace¹⁵: sustantivo. Parte final de una historia o situación donde todo se resuelve.

Avistamiento de ballenas¹⁶: sustantivo. Actividad de observar ballenas en el mar.

Legado¹⁷: sustantivo. Algo que se deja a las generaciones futuras, como cultura o tradiciones.

Guiso¹⁸: sustantivo. Comida con carne y verduras cocinadas en una salsa o caldo.

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